19/2/19

ROBO AL BALONCESTO

En la final de la Copa del Rey de baloncesto el verdadero robo fue al baloncesto, a nuestro baloncesto, a la imagen de la ACB. Presumimos de que el basket español es el mejor de Europa, la mejor liga, pero tras lo sucedido el domingo, hay que ponerlo en duda.

Y los árbitros a la nevera o a casa de por vida. El daño que le han hecho al baloncesto es irreparable y ya para siempre. Juan Carlos García González, Miguel Ángel Pérez Pérez y Benjamin Jiménez Trujillo no pueden seguir en activo ni un partido más, después de no ver una falta antideportiva clamorosa de Randolph sobre Singleton y tampoco el rebote legal de Randolph que le daba la victoria al Real Madrid, un triunfo que le acababan de quitar segundos antes al Barcelona con el manotazo a Singleton en la cabeza.

El trío arbitral no se atrevió a pitar una falta para el Barça que suponía dos tiros y posesión, con 90-92 en el marcador y a sólo 11 segundos para el final. En resumen, con la falta que harían lo blancos, iban a ser cuatro tiros libres y el título para los catalanes. La presión del pabellón, con la afición blanca en plena efervescencia en la prórroga, pudo con los colegiados. No se atrevieron a señalar la infracción. Es imposible que no la vieran. Luego el 2+1 de Carroll que ponía el 93-92 los crucificó. O ganaba el Barcelona o se iba a liar muy parda.

Su huida hacia adelante no pudo ser peor, dar por válida la "canasta" de Tomic que toca el aro y se convierte en un rebote limpio de Randolph y dos puntos para el Barcelona que se proclamaba así campeón por 93-94. Los árbitros prevaricaron, es decir, dictaron una sentencia, una decisión injusta, a sabiendas de que lo era. Quisieron devolverle a los azulgranas lo que les habían quitado. Y lo hicieron. Un auténtico escándalo, el mayor en la historia del baloncesto español.