El primer
Real Madrid - Barcelona (1-1) de esta serie de cuatro en dieciocho días nos deja
un balón en el tejado de cada equipo. Un balón, que no
un balonazo como el de Messi a la grada del Bernabéu, en un feo gesto que no pega con el jugador argentino. Tampoco que fuera precisamente
Pepe el que le llamara la atención, aunque, darle
un toque sí que hacía falta, ya que no se lo dio con una tarjeta el arbitro Muñiz Fernández.
El resultado además de los goles de penalty de
Cristiano Ronaldo, que por fin le marcó al Barcelona, confirma a los azulgrana
casi campeones de Liga, con ocho puntos de ventaja y seis jornadas por delante, pero de cara a la final de Copa del miércoles,
los madridistas no han salido malparados, aunque nada tengan que celebrar tras decirle adiós al, antes llamado, título de la regularidad.
Lo que sí es cierto es que los blancos
le empataron con diez al "superbarça", tras la expulsión de Albiol, y esto a
José Mourinho le permitió salir de nuevo con la cantinela de que
contra el Barcelona siempre le echan a algún jugador. Algo que además de ser mentira suena a capricho del árbitro, cuando el agarrón a Villa se lo hace el defensa valenciano y no el colegiado.
Al Barcelona de Pep Guardiola el empate le deja dudas por no haber podido ganar contra uno menos, pero lo reafirma en su juego y en su superioridad sobre los madrileños, incluso a un partido como será el del miércoles en Valencia.